La educación a distancia ha existido desde hace más de 100 años. Empezando con la enseñanza por correspondencia del siglo XIX, cuyo auge fue producto del desarrollo de la imprenta, dando paso a la etapa multimedia tras el invento de la radio y la televisión; para después aparecer la enseñanza asistida por computadora en los 80’s, donde el cambio más importante fue la instauración del alumno como el centro en el proceso de enseñanza-aprendizaje.
Hasta llegar a la etapa actual, denominada e-learning, donde la educación a distancia se ha convertido en la modalidad formativa de elección, como resultado del aislamiento social que la pandemia por SARS-Cov2 ha establecido desde sus inicios.
Entonces sí a lo largo de varias décadas hemos observado una transición hacia la enseñanza telemática, ¿Porqué nos preocupa tanto que los niños y niñas, así como las y los jóvenes NO vuelvan a las aulas?
Probablemente se trate del hecho indiscutible, de que esta última transición educativa ha sido demasiado brusca e inesperada, ya que en tan sólo un par de años, se ha vuelto junto con la modalidad del trabajo a distancia, la principal forma de continuar con nuestras vidas.
La relevancia de ambos hechos, en términos de psicología, es la que lo explica todo: los seres humanos tenemos una mecanismo de adaptación al cambio, que funciona bien cuando dicho cambio es poco trascendente.
Sin embargo, cuando sentimos que ese cambio afecta de forma negativa un aspecto elemental de nuestras vidas, como la pérdida de nuestro trabajo o de nuestro hogar, la adaptación es más difícil.
Y es que la educación presencial es más que solo «ir a la escuela». El desarrollo de las habilidades sociales y afectivas, la resolución de conflictos, el trabajo en equipo, la autorregulación emocional y la gestión de la autoimagen y autoestima, son algunas de las razones de peso para desear que las personitas en educación preescolar, escolar y demás, vuelvan a las aulas, sin dejar de lado el aprendizaje formal.
Aunque siendo francos, los recursos en línea actuales no son malos.
¿Qué opciones tenemos? Fortalecer nuestras habilidades de adaptación aceptando que el suceso es irremediable, lo que en términos educativos significa que tendrán que generarse herramientas de aprendizaje en línea cada vez mejores, el fortalecimiento de las competencias comunicativas de las y los profesores y buscar estrategias de gestión de tiempo para nuestros alumnos.
En la medida que entendamos que los modelos a distancia e híbrido, llegaron para quedarse y que no porque exista una pandemia que nos obligó a migrar a éstos, algún día regresaremos al pasado cuando la contingencia sanitaria se acabe.
Esto significa asumir la irreversibilidad del suceso y con ello dar paso a la adaptación.
Y por otro lado, entender que el presente es hoy y el futuro es incierto por naturaleza, y que aunque un suceso inesperado diluya nuestros deseos e ilusiones, podemos volver a generarnos expectativas y establecernos objetivos cuando interioricemos que el escenario actual es nuestra realidad.
Mientras más tardemos en entender esto, más nos dilataremos en volver a la jugada a generar propuestas de valor a largo plazo para la educación de nuestros niños y adolescentes.
Los psicólogos hablan de la monitorización, que se refiere a nuestra capacidad para escoger qué conducta necesitamos tomar de acuerdo a la situación que estamos viviendo, desplazando nuestras convicciones o disposiciones internas.
Sin embargo a mí me gusta más como lo definió Bruce Lee en su famosa entrevista perdida: “Sé amorfo, moldeable, como el agua: si pones agua en una taza se convierte en la taza, si pones agua en una botella se convierte en la botella, si la pones en una tetera se convierte en la tetera.
El agua puede fluir o puede aplastar, sé como el agua. Amigo mío, el agua que corre nunca se estanca, así que hay que seguir fluyendo”.
Creo que está dicho, debemos renovar o morir, esas son las opciones ahora y siempre. Nuestra necesidad de seguir aprendiendo es evolutiva, hagamos que vuelva funcionar y ¡debe ser mejor que antes!
En la educación está la salvación de nuestra especie y esa, es la mejor motivación para intentarlo, ¿no lo creen?