El cáncer de tiroides es poco frecuente, la posibilidad de padecerlo a lo largo nuestra vida es del 0.8% para las mujeres y del 0.3% para los hombres. Sin embargo con el paso de los años parece estar aumentando en un 4% por año, esto significa que actualmente es el octavo cáncer más común en mujeres.
El manejo del cáncer de tiroides es todo un desafío, esto debido a que la mayor parte de la información que existe se deriva de grandes estudios de pacientes en los que la terapia o tratamiento médico no se ha asignado al azar. Esto implica que los resultados no siempre puedan ser replicables en todos o la mayoría de los pacientes. Claro que hay buenas noticias, porque generalmente este cáncer responde muy bien al tratamiento y casi siempre se puede curar con cirugía y en algunos casos con yodo radiactivo.
Existen 4 tipos de cáncer en la glándula tiroides:
1. Papilar: es el más común y por suerte, el más benigno de todos, casi el 80% de los pacientes lo presentan, tiene un crecimiento lento aunque suele extenderse a los ganglios del cuello y tiene un pronóstico excelente después de cirugía.
2. Folicular: es el segundo más frecuente después del papilar y representa hasta el 15% de los casos. También es de crecimiento lento y suele extenderse con el tiempo a órganos como los huesos o los pulmones.
3. Medular: aparece en el 3% de los pacientes y una cuarta parte de los casos tiene una asociación familiar junto con otros tumores endócrinos. Hoy sabemos que al aparecer un familiar afectado, se puede realizar un estudio genético que permita diagnosticar de forma temprana este tipo de cáncer y tratarlo a tiempo mediante cirugía.
4. Anaplásico: De los 4 tipos este es el más agresivo y desafortunadamente el que responde muy mal a tratamiento, debido a ello, generalmente debe tratarse de forma paliativa. Y representa menos del 2% del total del total de los casos.
Así, para poder tratarlo primero hay que diagnosticarlo correctamente y saber si existe extensión a otros órganos. Para ello, es necesario realizar tres cosas fundamentales:
a) Perfil tiroideo: es un estudio que se realiza en sangre con el paciente en ayuno.
b) Ultrasonido de cabeza y cuello: es un estudio no invasivo que se realiza en la comodidad del consultorio médico del especialista en radiología, dura menos de 30 minutos con resultados al instante.
c) Biopsia con aguja fina: requiere de un ultrasonido para guiar la aguja la cual es muy delgada y permite tomar muestras de tejido del tumor, las cuales son enviadas a patología para su análisis y definir el tipo de cáncer al que nos enfrentamos.
Como puedes ver, contar con un protocolo de estudio requiere una valoración inicial por un especialista en cirugía de cabeza y cuello, tener un tumor o “bola” en el cuello nunca es normal. Se deben conocer los antecedentes del paciente, si tiene molestias asociadas al tumor o no, y estudiarlo de forma inicial mediante ultrasonido y sangre.
En nuestro próximo blog hablaré de los síntomas que puede darnos un tumor en el cuello. No te lo pierdas!