Según algunos estudios, aproximadamente un 20% de la población en países similares al nuestro sufre de dispepsia, comúnmente conocida como «mala digestión». Esta condición es especialmente frecuente a partir de los 40 años y afecta de manera similar a hombres y mujeres.
La digestión es el proceso por el cual nuestro cuerpo absorbe los nutrientes de los alimentos que ingerimos. La dispepsia puede provocar dolor en la zona abdominal, sensación de saciedad tras una comida pequeña, pérdida de apetito, hinchazón, náuseas y vómitos.
Algunos hábitos alimenticios como el consumo de café, chocolate, alimentos picantes, alcohol y alimentos ricos en grasas, junto con intolerancias alimentarias y estrés, pueden ser causas de dispepsia.
Para enfrentar esta molestia, el ejercicio físico resulta beneficioso para el aparato digestivo por varias razones:
- Acelera el metabolismo y el proceso digestivo, evitando la sensación de pesadez y reduciendo el riesgo de estreñimiento.
- Favorece el tránsito intestinal, regula los hábitos de evacuación y previene el estreñimiento y la diverticulosis.
- Disminuye el estrés y los síntomas digestivos relacionados.
- Mejora el control del apetito gracias a los cambios hormonales, evitando ingestas copiosas que provocan molestias gastrointestinales.
- Además, el ejercicio fortalece los músculos y ayuda a mantener un peso saludable, previniendo la obesidad. Actividades como ciclismo, yoga, natación o pilates son útiles para personas con trastornos digestivos como reflujo gastroesofágico o enfermedad de Crohn, y son efectivas para evitar los síntomas de dispepsia.
Los ejercicios abdominales promueven el movimiento intestinal y aceleran el metabolismo, lo que facilita un tránsito intestinal más rápido.
No obstante, se desaconsejan actividades de alto impacto, como correr a alta velocidad, en pacientes con trastornos digestivos graves, ya que podrían provocar náuseas, diarreas o gastritis aguda.
Finalmente, es importante no hacer ejercicio justo después de comer, ya que el sistema digestivo necesita un gran aporte sanguíneo durante la digestión. Se recomienda esperar al menos un par de horas después de comer antes de hacer ejercicio para evitar interrumpir la digestión y provocar síntomas dispépticos.